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Se estima que la prevalencia mundial de la diabetes tipo 2 es actualmente del 6,4% y está aumentando en todas las poblaciones y grupos de edad en todo el mundo. Este rápido aumento de la prevalencia en las últimas dos décadas hace pensar que existen factores ambientales como el estilo de vida y la nutrición. La diabetes tipo 2 es una enfermedad prevenible y potencialmente reversible: la modificación del estilo de vida pueden prevenir o retrasar la aparición de diabetes tipo 2. Además también se ha demostrado que la dieta sola puede reducir significativamente la incidencia de este enfermedad.
La obesidad es el factor de riesgo más importante para la diabetes tipo 2, dándose en alrededor del 90% de los casos de diabetes tipo 2.
En lo que respecta a la fibra dietética, la evidencia de estudios epidemiológicos es bastante convincente. Estos estudios han encontrado una fuerte relación inversa entre la ingesta de cereales integrales y la incidencia de diabetes tipo 2,
El efecto beneficios de la fibra se da sobre todo en individuos no-obesos (con un IMC <30).
La reducción de los ácidos grasos saturados en la dieta es una de las recomendaciones dietéticas para prevenir la diabetes tipo 2. Sin embargo la evidencia es contradictoria y no concluyente. Los estudios con roedores han apoyado esta teoría. Las ratas alimentadas con dietas altas en grasa van a desarrollar resistencia a la insulina en las células. En la especie humana, el proyecto KANWU, un ensayo controlado aleatorio, donde los participantes fueron aleatorizados para recibir las dietas altas en ácidos grasos saturados o ácidos grasos monoinsaturados demostró también que sensibilidad a la insulina fue significativamente menor en el grupo que consumió dieta rica en grasas saturadas. Sin embargo sensibilidad a la insulina se mantuvo sin cambios en el grupo alimentado con una dieta rica en ácidos grasos monoinsaturados.
Los vegetales de hoja verde protegen frente al desarrollo de diabetes tipo 2. Los resultados de otras frutas y hortalizas son menos concluyentes.
Existe una creciente evidencia de que la carne procesada puede ser perjudicial para la salud y un mayor consumo puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2.
Si distinguimos dos estilos de nutrición, conservador (ingesta elevada de verduras, legumbres, frutas, granos enteros, pescado y aves de corral) y occidental (ingesta de carne roja, carne procesada, granos refinados, patatas fritas, dulces, postres, bebidas altas en azúcar y huevos), el primero se asocia sólo de forma moderada, con un riesgo reducido de diabetes tipo 2. Sin embargo, el estilo occidental supone un fuerte aumento del riesgo de diabetes tipo 2. La dieta mediterránea se ha asociado con un riesgo un 83% menor de sufrir diabetes tipo 2.
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