Enviado por Gonzonet a través de Google Reader:
Los antidepresivos son actualmente uno de los medicamentos más utilizados para el tratamiento de un gran número de patologías, siendo las más habituales las depresiones mayores, los trastornos de ansiedad generalizada y obsesivo-compulsivo, así como otros procesos que no responden a otros tratamientos. Además, los antidepresivos han demostrado una gran eficacia en el tratamiento del dolor crónico.
Muchos pacientes con dolores se sienten extrañados cuando su médico le receta antidepresivos, a pesar de que ellos no se sientan deprimidos. La explicación está en el mecanismo de actuación de los fármacos antidepresivos. Un buen número de estos medicamentos inhiben la recaptación de la serotonina y la adrenalina. En otras palabras, disminuyen el impulso que genera la depresión. Se da la circunstancia de que el dolor comparte estos mismos neurotransistores, entre otros más, y se sirve de la serotonina y la noradrenalina para transmitir el impulso del dolor.
De ahí que estos antidepresivos se utilicen para frenar la transmisión del dolor. Su eficacia es muy alta y, en la mayoría de ocasiones, el paciente experimenta una gran mejoría en sus dolores en muy poco tiempo. Además, hay que tener en cuenta que si tenemos una depresión, se estará tratando este trastorno del estado del ánimo.
Muchos pacientes acuden a las unidades de dolor tras meses o años de padecer uno o varios dolores que no se han quitado con el tiempo y con toda una carga negativa adicional encima provocada por la incomprensión por parte de su entorno familiar y laboral, estrés, frustración porque no ve mejora a su situación y trastornos del sueño.
Es habitual que toda esta situación lleve al paciente a la ansiedad y la depresión, lo que provoca secundariamente que aumenten los dolores. De hecho, el dolor es uno de los síntomas de la depresión, causante en muchos casos de que no se logre la mejora total del paciente que sufre de depresión.
Por eso es habitual que las personas que sufren algún tipo de dolencia pueden llegar a padecer depresión y viciversa; por la estrecha relación clínica y biológica de ambas.
De ahí que los fármacos antidepresivos tienen un gran valor porque frenan la transmisión de dolor y actúan sobre la depresión. No hay que preocuparse, por tanto, si nos recetan antidepresivos como tratamiento, porque son un gran aliado para tratar los dolores y la depresión. Además, no suponen ningún problema secundario, siempre y cuándo se sigan al pie de la letra las pautas indicadas por nuestro doctor, tanto a la hora de iniciar el tratamiento como para finalizarlo.
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