Es algo muy similar a lo que pasa con aquellas personas que son intolerantes a la lactosa, mientras que el organismo no puede aprovechar esos nutrientes, nuestra flora intestinal sí, pero a cambio de un precio molesto como son las flatulencias.
Aunque parte de esos gases pueden ser absorbidos, la mayor parte no queda más remedio que expulsarlo y si son demasiado puede llegar a irritar la pared intestinal, aumentando los movimientos peristálticos y produciendo cierta diarrea o necesidad de evacuar.
Un pequeño truco para evitar tantos gases es hacer que desaparezcan parte de esos oligosacáridos, algo que podemos hacer poniendo en remojo las legumbres el día antes de prepararlas, esto hace que la pared del la legumbres se reblandezca y cuando las cocinemos parte de esos molestos hidratos de carbono se hidrolicen por sí solos. También podemos cocinarlas a fuego lento para romper los oligosacáridos o directamente triturarlas.
Vía| vitonica
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